Ferryboat, de una noche invertebrada
Hacia el final de tus latidos,
el ferryboat corta la rosa de los vientos,
entre otras amputaciones y cicatrices
frente a la noche de un solo temblor.
En el ojo izquierdo:
pulso de águila,
guardo pequeñas travesías
que en tu cuerpo se pierden,
y hace olvido,
porque nuevos naufragios
el ojo derecho inicia y te bendice
señora,
por altas planicies
menos mía,
que el vaivén sobrecogido
en tu piel que delira y adormece
los sentidos.
Aprendiz de brujo,
te observo y me extravío
por tu fosforescente desnudez;
más lírica cuanto más te abandonas;
sorprendida,
y en la lengua te anudas
con un prontuario inútil
de sílabas líquidas,
entrecortadas,
como si en ellas se borraran
tus párpados de amarilla enfermedad,
y el mar y su infinito sombrío
que alimentaran
su inequívoco paisaje.