Reseña

Estos ensayos pertenecen a épocas distintas de mi actividad profesional, surgieron al hilo de las preocupaciones de cada momento. No se ha tratado de componer un libro unitario, ni de cubrir el amplio panorama de la literatura de las Américas, sino de reunir ejemplos de la constante inquietud del autor por los temas americanos.
Reunidos en un libro que se publica en Santo Domingo, sirven para llevar mi recuerdo y amistad a muchas personas que, antes y después, de mi primer viaje a la isla, a principios de los años ochenta, conocí, me abrieron sus brazos y me prodigaron consejos sabios.
He dicho que algunos aparecieron en mi vida antes del primer viaje y, por ello, debe ocupar ya mismo lugar el nombre de Clara Rodríguez Demorizi, a quien conocí en el aula de lengua árabe de la Universidad de Madrid cuando ambos jugábamos con nuestros dieciocho años. Con ella compartí charlas, lecturas y ciudades, pero también noches en jardines tropicales. Clarita me habló por primera vez de don Juan Bosch y tuve luego el honor de acompañarlo y aprender de él por algunos lugares de España. Y ya, en Santo Domingo, en Sevilla o en Madrid, fui reuniendo un importante ramillete de amigos dominicanos a los que debo amistad y respeto; vayan sus nombres por orden alfabético: Soledad Álvarez, Bruno Rosario Candelier, Diógenes Céspedes, Claudio Cayo Espinal, Presidente Leonel Fernández, José Enrique García, Alexis Gómez Rosa, José Mármol, Embajador Andrés L. Mateo, Mateo Morrison, Diómedes Núñez, Manuel Núñez Asencio, Dr. Carlos Peña, Irene Pérez Guerra, Embajador Guillermo Piña Contreras, María José Rincón y Embajador Pedro Vergés. A todos ellos mi agradecimiento y mi amistad.