Mientras soy mía:
El hogar soy yo
Cuando somos adultos no hay quién entienda que el dibujo no es un sombrero. Que es más bien una boa cerrada o abierta; que el balde, el pozo y la polea sí existen, aunque sea bien en el interior y cerrando los ojos por ganas que lo veas; que el zorro y el Principito vivieron, si bien haya sido por accidente; y que el deseo de domesticar solo era el miedo que causa el amor y la entrega.
Hoy, tan solo tengo un deseo y es poder expresarle al aviador que encontré un adulto tan pequeño como él. Alguien que no solo sabe el color del Asteroide B612, sino que es capaz de descifrar metáforas cuando aparentemente no hay quien las escriba. Me encontré con unos ojos de amor, tan presentes que solo de mirarme son capaces de entender todo aquello que callaba y, sin lugar a dudas, lo que llevaba adentro y desconocía. Encontré unas manos que han sabido tomar las mías, inclusive cuando el dolor no encuentra palabras, pero se manifiesta de las maneras más abstractas y creativas que ha podido hallar.