República DominicanaRepública Dominicana
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ISBN 978-9945-512-84-7

La noche que volviste

Autor:García, Benjamín
Editorial:Publicaciones Libertad /Esdrac Molina Rosa
Materia:Novelística dominicana
Clasificación:Narrativa romántica histórica
Público objetivo:Jóvenes adultos
Publicado:2025-02-14
Número de edición:1
Número de páginas:186
Tamaño:13x23cm.
Precio:$1.200
Encuadernación:Tapa blanda o rústica
Soporte:Impreso
Idioma:Español

Reseña

Volví una noche a reencontrarme con alguien a quien hice un daño inconmensurable. Fue un error, una acción que también dejó en mí profundos ves-tigios de dolor. La encontré devastada, sus ojos enmarcados en un anillo negro, de tan profunda angustia que también se dibujó en mi ánimo.
Esa imagen quedó impresa en mi conciencia de tal manera que muchos años después me perseguía. Un día comprendí, que para poder suprimirla estaba obligado a narrarla. Necesitaba una catarsis milagrosa. Quise intercam-biar los roles, es decir, yo como el personaje burlado. Escribí más de una página sin quedar satisfecho. Eso hizo que cobrara más fuerza.
Durante la pandemia del 2020 inicié un proyecto edito-rial. Es una tentativa empresarial que tiene el nombre de “Bega editora”. Bajo este sello hemos publicado varias docenas de títulos.
Iniciando el proyecto, me surge la idea de publicitar mi emprendimiento con una mentira, es decir, inventar títulos y autores, diseñar portadas y anunciarlas como parte de mi catálogo. Hice algunas, pero no se me daba lo del engaño burdo. Aunque la publicidad usa falsedades para vender, me parece poco ético y no iba a entrar en ese juego.
Uno de esos ensayos falsarios provino de la imagen que me traía de cabeza, de ahí el título: La noche que volviste. Diseñé la portada y usé un nombre ficticio que di a la supuesta autora: Rebeca de Luna. Se lee bien, cavilé, me gustó y este título me empujó a escribir la historia pendiente. Esa noche me dormí pensando en ella y la soñé. Me vino el relato de forma transparente. La mañana siguiente emprendí la aventura de escribirla.
La tenía tan clara que me atreví a ofrecerla por capítulo, como una serie de televisión, a algunos amigos. Es decir, yo entregaría cada quince días una parte de la historia y al final enviaría la novela ya impresa. Agradezco a quienes confiaron y esperaron hasta el momento de su publicación definitiva.
De origen sería una historieta rosa, de amor, con final feliz, que firmaría con el nombre falso, esta vez como seudó-nimo. No estaría mi nombre comprometido. Así lo pensé.
Dos entregas después el propósito se detuvo ante cam-bios radicales en mi vida. De nuevo me vi en la República Dominicana, en mi pueblo de Moca, con bloqueos creativos, pero con la obligación de concluir el proyecto.
El quiosco de mi casa materna sirvió para algunas maña-nas frescas, escribir ideas e incluso desarrollar escenas y capítulos completos. Igual cuando subía al proyecto de mi hermano Rafael en la loma del Salitre, me sentaba en un extremo fresco de la sabana, bajo la sombra de una caoba, a escribir.
De vuelta a Nueva York, donde regresé por un salto intuitivo y el deseo imperioso de estar con Camila y Gabriela, mis hijas, me veo varado en un insólito desconcierto, peregri-nando las madrugadas en espacios solidarios. Así fue como una mañana, confieso que sin notarlo, concluí la narración. Fue tal la conmoción que en un ímpetu, tomé una captura del final y la envié, como gesto de gratitud perpetua a don Hipólito Núñez, socio de muchas aventuras, mi “papá”, como le digo, pues este hecho ocurrió en el sofá de su sala, donde además escribí los textos que más me conmocionan.
Correspondía verificar que la historia funcionaba y la envié a varios amigos para que así lo comprobaran, dos de ellos, José Acosta y José Frank Rosario, ambos poetas y narradores, a quienes les estaré eternamente agradecido, me la devolvieron con observaciones valiosísimas que me ayudaron

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